sábado, septiembre 30, 2006

Presentación en Illapel.Sábado 9 de Sept. de 2006.

El día Sábado 9 de Septiembre de 2006, viajamos a la ciudad de Illapel junto a los músicos de la "Isla de la Fantasía" para una presentación en la recién inaugurada Casa de la Cultura de dicha ciudad, la cuál estaba de aniversario. Se presentaron "Silvia la Trigueña y los Huasos Ladinos", luego Lucy Briceño acompañada por Juan Pou, Luis "Flaco" Morales, Juanín Navarro y Lucho Salas, para terminar con "Los Viejos Cracks"; Gilberto "Mascareño" Espinoza, Benito Núñez, el "Flaco" Morales, "Juanin" Navarro y Juan Pou.
Las fotos de más abajo son de la presentación de la Sra. Silvia, luego las del restaurant al que fuimos después de la presentaciónes y las demás de una parada a la altura de Pichidangui, en el viaje camino a una nueva presentación en Santiago. La foto que esta inmediatamente abajo de este texto, es una clase magistral de coordinación dada por el acordeonista Lucho Salas.

viernes, septiembre 22, 2006

Presentación en Parque Inés de Suárez. Sábado 16 de Sept. de 2006

El sábado a mediodía partieron desde Valparaíso Luis "Flaco" Morales (acordeón, requinto), Benito Núñez (voz, pandero), Juan Navarro (voz, guitarra), Gilberto "Mascareño" Espinoza (voz, guitarra) acompañados de Bernardo Zamora (voz, bajo eléctrico) y quién escribe, Felipe Solís (batería).
La primera presentación fue alrededor de las 15:00 y la segunda a eso de las 12:00 de la noche. Con un repertorio tradicional de cuecas porteñas "Los Viejos Cracks" hicieron bailar al animado público, en especial al de la noche, al compás de las voces de estos fogueados músicos de Valparaíso.
Agradecemos el acompañamiento en la presentación de la tarde, de la pianista del grupo santiaguino "Las Capitalinas".

miércoles, septiembre 20, 2006

Biografía de Elías Zamora

Elías Toribio Zamora Oyarce nació el 2 de Diciembre de 1931 en el cerro San Roque, frente a las tradicionales quintas de recreo que allí funcionaban, al lado de donde también nació Mascareño. Era el menor de 12 hermanos. Su padre era de Nogales y su madre de Peñuelas, pero ambos murieron cuando él era aún un niño. Su padre, de oficio carpintero, tocaba la guitarra pero no de manera profesional. La historia de vida del tío Elías es también la historia de un hombre que conoció como la palma de su mano las quintas de San Roque, sin ir más lejos la suegra de su hermana era la nombrada “Vieja de las cazuelas”, doña Carmen Gaete de Urtubia, dueña de la quinta Urtubia, que hacia gala de su sobrenombre porque en la misma quinta tenían un gallinero en donde el cliente podía pedir por ejemplo una gallina castellana o una negra, la cuál preparaban ahí mismo y era servida en la misma olla para que cada persona se sirviera cuanto quisiera . Su relación con la música comenzó desde que era muy pequeño. Acostumbrado a recorrer las quintas cuando ni siquiera habían aparecido las radios, tenía junto a sus amigos un grupo en que se hacían llamar “Los demonios del Copacabana”, cuando Elías tenía alrededor de 14 años. Tocaban principalmente marchiñas, choriños y guarachas en los clubes de Valparaíso, pero por vergüenza lo hacían detrás del escenario y casi todos con instrumentos artesanales. El debut del tío fue en la quinta Gutiérrez en San Roque. Un día Mario Gómez, un baterista…”que chicoteaba las cuecas en el zinc del techo”…. faltó, y como conocían su afición por la percusión, él lo reemplazó como a la edad de 16 años. El tío ya trabajaba en construcción, oficio que desempeña esporádicamente hasta el día de hoy. En el grupo que acompañó, compuesto por músicos ya mayores, había guitarra, piano, banjo y tocaban fox-trot, boggie wooggie, corridos, valses, de todo. Al otro domingo cuando lo fueron a buscar, el tío se escondió porque le daba vergüenza tocar en público, pero los cien pesos que le pagaban por jornada no eran como para desaprovecharlos y continuó tocando. Después lo llamó la señora Alba Rosa, nombrada dueña de quinta, quien tocaba arpa, piano y mandolina, y fue con ella con quién comenzó a salir por años a los rodeos de la zona de Aconcagua, Olmué, Llay-Llay, el Alto del Yugo y a tocar por supuesto en su quinta. Su primera batería se la hizo él mismo. Les ponía un tarro duraznero con brasas para que no se le soltara el cuero de la batería y como tampoco tenía atril para los platillos, los colgaba del techo de la ramada o de donde estuviera. El tío Elías es también conocido por integrar uno de los grupos de cuecas que mas renombre ha dado a Valparaíso en los últimos 15 años, éstos son “Los Paleteados del Puerto”, grupo que nace según recuerda el tío, en el club de cueca Margarita Riquelme, que debe su nombre a la madre de Lucy Briceño. Allí conocen a Alberto Rey, de larguísima trayectoria nacional e internacional quien después de realizar algunos ensayos y juntar a quienes serían los músicos que tocarían, los invitó a Santiago para realizar en el año 1991 la primera grabación de este grupo con Rony Medel en la producción, El grupo inicial lo integraban Lucy Briceño quién recibía a Rey cada vez que éste viajaba a Valparaíso, Carlos Gallardo, Raúl Olivares, Carlos García y el tío en la batería. Junto a la actual conformación integrada en la actualidad por Gloria Arancibia, Carlos Gajardo y el tío Elías, se han presentado dos veces en el Festival de Viña, en la competencia nacional y como parte del show. En el año 2004 ganaron el premio Apes y el Altazor. .

Biografía de Lucy Briceño

Lucinda Gioconda Briceño Riquelme nació en Valparaíso hace 71 años. Su padre, Manuel Briceño era de Ramaditas y su madre, Margarita Riquelme era de Antofagasta. En su honor hay un tradicional club de cueca que lleva su nombre en Valparaíso, ubicado en la calle Blanco en el barrio Puerto. Sus padres tocaban la guitarra y cantaban, pero sólo su padre tocaba de manera más formal. El fuerte de su padre señala, eran los pasillos ecuatorianos. Lucy bailaba cueca desde los ocho años y en el año 1966 ganó un concurso a nivel nacional llamado “Chile múltiple” realizado en el Casino de Viña del Mar, junto a su pareja Armando Hernández, con quien más tarde recorrerían bailando Perú, Argentina y todo Chile. Entre otras cosas, el premio de tal concurso era bailar las siguientes temporadas en el mismo Casino como parte del elenco estable, ocasión que recuerda fue donde ha ganado más dinero durante su vida y donde tuvo la posibilidad de codearse con los artistas nacionales e internacionales que se presentaban en dicho lugar. Lucy, pasó del baile al canto haciéndolo en reuniones de amigos desde los 23 años aproximadamente. Comenzó cantando rancheras en “El Rincón Mexicano” local ubicado en Morris con Colón, donde también comenzó el “Flaco” Morales su larga estancia en Valparaíso (ver foto de charro). Trabajó también en “El Rancho Criollo”, pero no llegó a cantar en las principales boites o a desarrollar una carrera más formal debido entre otras cosas a su “tardío” inicio en el canto, ya que al ser éste a principios de los setenta, la situación social y política del país acabó, entre otras cosas, con la bohemia porteña. Además, Lucy siempre trabajó y tuvo como principal fuente de sustento su trabajo como modista, que desarrolla hasta el día de hoy. Su primera agrupación más oficial fueron “Los Sureños” con quienes trabajaban en el club de tango Imperio, conjunto integrado por Juan Pou, a quien conoció en las Quintas de San Roque cuando éste tocaba en el “Trío San Juan”, Raúl Gallardo y Raúl Olivares. Pero al igual que todos los integrantes de “La Isla de la Fantasía”, todos se conocían de una u otra forma, ya en “El Nunca se Supo” o en las quintas de San Roque. De hecho Mascareño, recuerda Lucy, tocaba con su padre, quién a su vez le enseño a tocar la guitarra a Manuel Rodríguez, más conocido como “Cuadradito”, recordado cantor y vendedor de ajos en el Mercado Cardonal de Valparaíso. Lucy formó parte de la primera conformación de “Los Paleteados del Puerto”. Según recuerda, ella era muy cercana a Alberto Rey y éste les recomendó que se reforzaran para realizar una grabación A modo de anécdota, los primeros llamados fueron Miguel Riffo y Mascareño para integrarse, quienes finalmente nunca se integraron. Así nacieron, con otra conformación (ver biografía de Elías Zamora) “Los paleteados del puerto” con quienes grabaron en el año 1991 el disco “Alberto Rey y los Paleteados del Puerto” y en 1992 “Las cuecas electorales”. Lucy posee una voz hermosa. Grave, pastosa y con un vibrato o “gorgoreo” que muchos se quisieran, domina hábilmente las cuecas así como también los boleros, los valses peruanos, las tonadas y todo lo que forma parte del tradicional cancionero porteño del pasado siglo. Actualmente se presenta en “El Rincón de las Guitarras” los fines de semana.

jueves, septiembre 14, 2006

Biografía de Juan Pou

Juan Agustín Pou Flores, nace el 31 de Enero de 1936 en la comuna de Quinta Normal en Santiago. Su abuelo llegó desde España a Argentina, lugar donde nació su padre. Este ultimo tocaba la guitarra y luego aprendió el piano…“era buen cuequero(…)porque cuando ibamos(…)pa´l parque Cousiño(…)lo llamaban, le decían Juanito, y mi papá entraba tocaba sus tres cuecas, en piano(…)le gustaba acompañar”… . Su familia tenía una fábrica de hebillas para arnés de caballerías, en donde él también trabajaba. En la foto, su padre (a la derecha, con manta al hombro) en el año 1938, cuando no debe haber tenido mas de 21 años, junto a Mario Rojas padre. Su sueño era ser concertista como Andrés Segovia, un famoso guitarrista de la época. A los dieciocho se compró su primera guitarra, pero no fue su padre quien le enseñaría a tocar…”nadie me quería enseñar, al contrario, mi abuelo me encontró con la guitarra y me anduvo dando unos coscorrones(…)porque según los viejos la guitarra, era la perdición porque, nos íbamos a ir de farra(…)era como, “tunante” como le llamaban antiguamente los viejos”… Con unos amigos formó el “Trío Quinta Normal” con quienes iban a tocar a fiestas, muchas veces debiendo salir a escondidas de su padre. Llegó a Valparaíso en el año 1965 invitado por Humberto Campos, quien era amigo de su padre, a ver el “Derby” y toda la fiesta de músicos y cantores que se formaba en torno a esta importante carrera hípica. Grabó “por casualidad”, primero llevado por Pepe Fuentes para un disco de “Los Guainas” y después grabó con Humberto Campos para discos de “Los Huasos Quincheros” y de Silvia Infantas, pero como era la costumbre de la época, los músicos de sesión que acompañaban a estos grupos, nunca figuraban en la contracaras de los discos, por lo que ni siquiera fogueados músicos, como Rafael Traslaviña, Ivan Cazabón o el recientemente fallecido Ruben “Rabanito” Gaete, salen en los repartos. Más adelante, con Edmundo Alvear y Juan Rodríguez formo en Valparaíso el “Trío San Juan” donde tocaban principalmente boleros de “Los Panchos”. Con ellos trabajaron un año en el “American Bar”, en las quintas de San Roque, así como en teatros y restaurantes.
Actualmente se presenta junto a la Sra. Lucy Briceño, Lucho Salas y César Olivares en "El Rincón de la Guitarras", último local porteño que conserva toda la esencia de las viejas "casas de canto", en especial del recordado "Nunca se Supo", en donde todos los viernes, sábado o vísperas de festivos, se puede vivir como si nunca hubiese muerto, todo el espíritu libre y festivo de la música en Valparaíso, donde no sólo hay cuecas, si no todo el amplio folclor latinoamericano, que es el sustrato del cosmopolita cancionero tradicional porteño.
Juan Pou, es un guitarrista de fuste. Tiene un oído privilegiado y embellece con múltiples texturas musicales cada ritmo que interprete en la guitarra y con su pastosa y profunda voz.
Don Juan tiene una hermosa cueca con muletilla larga en donde usa de una manera muy interesante y espontánea la métrica. Esta cueca fue grabada por el grupo "Alambique",aqui se presenta con el texto desarrollado.
"Mi puerto Valparaíso" mi puerto, Mi puerto “Pancho” querido mirando los cerros que lindo se ve, en sus noches de Año Nuevo mirando los cerros que lindo se ve, en sus noches de Año Nuevo y en su hermosa bahía, los barcos iluminados mirando los cerros que lindo se ve, parece un cuadro pintado. mirando los cerros que lindo se ve, mi puerto “Pancho” querido. Cuadros pintados, sí de su bella costanera mirando los cerros que lindo se ve caramba, con luna llena. Con luna llena, sí ascensores y escaleras mirando los cerros que lindo se ve parecen, como sus venas Miro con gozo y contento caramba, mi lindo puerto.

Biografía de César Olivares

César Galvarino Olivares Araya nació en el cerro La Cruz en Valparaíso, el 3 de Octubre de 1940.Vive actualmente en el cerro Polanco con su hijo Antonio de 19 años. Lleva trabajando alrededor de 28 años como conductor de trolley. Alrededor de los dieciocho años aprendió junto a unos amigos a tocar la guitarra, ya que nadie de su familia era músico. Empezaron a tocar en restaurantes como el “Dársena”, el “Bar Inglés”, “La Bomba”, en “La Gran Peña”, y remataban todas las noches en boites como el recordado “Hollywood” y el “Manila”, ambos en la calle Chacabuco, y los domingos como era de costumbre, en las quintas de recreo de San Roque, con el nombre de “Los Ribereños”, con Ricardo Arancibia en el acordeón y Víctor Fernández en la guitarra. acompañando a mucho tiempo a María Vidal, radicada en Ecuador, a una folclorista de Santiago llamada Dorita Senda, y también junto a una cantante llamada Sarita Alma. Se integró a “Los Huasos Ladinos” hace alrededor de treinta y dos años, reemplazando a Mario Cavas. Junto a Silvia la “Trigueña” y Carlos Dávila, ha recorrido infinidad de rodeos, festivales y diversos lugares del país. Con el dinero que ganaba como músico, que era mucho más de lo que un folclorista o un músico popular puede aspirar en la actualidad, se puso un tiempo con un restaurant en la calle Independencia, llamado “El Ribereño”. Don César es unos de los integrantes más jóvenes de “La Isla de la Fantasía”,cuando “anda prendido” se agarra de la batería del tío Elías y acompaña con gracia a sus compañeros. Tiene en su memoria cientos de versos con los que anima salerosamente las cuecas o cualquier fiesta.

miércoles, septiembre 13, 2006

Biografía de Silvia la "Trigueña" y Carlos Dávila

Silvia Pizarro Araos, nació en el cerro Barón, el 5 de Agosto de 1935. Cantante precoz, a la edad de cinco años fue invitada al Teatro Barón a cantar, ocasión en la cuál interpretó canciones de una cantante cubana llamada Margarita Lecuona. Siempre aficionada al canto, aunque en su familia no habían músicos, alrededor de los catorce años integra el dúo “Las Trigueñitas” junta a una cantante italiana llamada Italia Balestri, quien cantaba en el dúo “Las Rosanas”, y junto a Amelia Muñoz al piano, con quienes interpretaban principalmente valses y boleros, y con las cuales se presentaban en el auditorio de la Radio Cooperativa en Valparaíso, acompañadas por músicos porteños como Enrique Riffo, Hernán Bahamondes y Maldonado Sarmiento. Cuando Silvia tenía alrededor de once años, se fue acompañada de su madre a trabajar a Santiago, junto a “Las Trigueñitas”, con quienes estaban contratadas para presentarse en el auditorio de la Radio Minería, con el afamado hombre de radio y televisión Raúl Matas, como conductor. En estas y otras presentaciones en la Radio Cooperativa, era acompañada entre otros músicos, por el gran guitarrista Humberto Campos. Por medio también de Raúl Matas, estuvieron también trabajando en otro local histórico de la bohemia santiaguina de esos tiempos, como era el “Goyesca”, en la boite “El Club de Medianoche” del argentino Alfredo Fanuelle, y en un local llamado “Rancho Grande” ubicado en la calle Rondizzoni, lugar en donde conocería a su marido y más tarde compañero musical de más de cincuenta años, don Carlos Dávila. Carlos Dávila Galarza nació en la ciudad de Jauja, Perú, el 4 de Noviembre de mil novecientos y tantos (sic). Aprendió a tocar la guitarra en su juventud. Cuando tenía alrededor de dieciocho años, el pianista Ramón Urízar lo llamó para integrarse como guitarrista y segunda voz al grupo “Los Mensajeros del Perú” con la primera voz del famoso cantante peruano, Luis Abanto Morales. Con Felipe Coronel Rueda en la primera guitarra, comenzaron una gira por el norte del Perú, presentándose en radios y diversos lugares, gira la cuál mas tarde terminaría en Iquique, lugar en donde fueron contactados por la radio Cooperativa Vitalicia para seguir su gira a través de Chile, terminando esta con presentaciones en Valparaíso y Santiago. Cuando llegaron a Valparaíso, en una de sus presentaciones los vio Armando Canales, quien estaba inaugurando la recordada boite “American Bar” en la Plaza Echaurren. En este local estuvieron alrededor de seis meses trabajando como grupo estable, en jornadas diarias de seis a doce de la noche. También se presentaron en radios de la ciudad y los domingos como era de costumbre, en las Quintas de San Roque. Después de pasar por Santiago y tener presentaciones en quintas de recreo como la famosa “El Rosedal” del paradero 18 de Gran Avenida, así como en los ya míticos “Picaresque” y “Humoresque”, entre otros locales, Carlos y el grupo partieron a Buenos Aires en el año 1949, presentándose esta vez en diferentes cafetines y realizando actuaciones en la Radio Belgrano y en el canal de televisión que esta radioemisora también tenía. Al año siguiente, y con meses de atraso, “Los Mensajeros del Perú” volvieron a Santiago, donde su debut en el local “Rancho Grande”, donde se encontraba trabajando Silvia, era desde hacía tiempo anunciado en los diarios. En uno de estos anuncios, esta joven cantante vio la foto de un guitarrista peruano que le había llamado bastante la atención, y Carlos por su parte, también había visto en estos anuncios una foto de una hermosa joven que se presentaba con su grupo en dicho local. Fue entonces cosa de tiempo que comenzarán ambos a enamorarse, amor que fue consagrado en la Iglesia de San Francisco en el cerro Barón de Valparaíso, frente a la casa en la cuál hacía dieciséis años, Silvia había nacido. Con anterioridad al casamiento, “Los Mensajeros del Perú” se disolvieron durante su segunda visita en Santiago. Entro un tiempo Eduardo “Zambo” Salas a reemplazar a Luis Abanto Morales, pero la vida de Carlos Dávila se trasladará definitivamente a Valparaíso, en donde junto a Silvia y el acordeonista Eduardo Ossandon, formarán el grupo “Chile Lindo”. Aquí partieron trabajando en un amplio restaurant típico llamado “El Rancho Criollo” ubicado en la calle 15 Norte de Viña del Mar, cuyo dueño era don Juan Vásquez, quien mas tarde actuaría muchas veces como representante de este y otros grupos. En este local se presentaban principalmente los fines de semana, en jornadas que comenzaban a las diez de la noche y que se extendían hasta las cinco de la mañana, en donde también se presentaban otros grupos tradicionales, como Luchito Zapata con las Hermanas Aguilera, El Dúo León-Ríos, el Dúo Ugarte-Matus, entre otros. En esos años también se irían de gira por Chile con un grupo argentino llamado “Carliño y su Bandita”, en donde desempeñaba una casi insignificante labor, quien más tarde sería el reconocido artista, “Palito” Ortega. Hace aproximadamente 33 años formaron el grupo “Los Huasos Ladinos”, nombre que fue tomado con la autorización de su autor, el afamado acordeonista y compositor chileno Luis Bahamonde, de una de sus tonadas. Este grupo que lo integró en un principio Mario Cavas en la guitarra y que desde hace por lo menos treinta años cuenta con César Olivares en su formación oficial, se ha presentado dos veces en el Festival de la Canción de Viña del Mar, así como también en el Festival del Huaso de Olmué a donde fueron a presentar la cueca ganadora del Festival de la Cueca y la Tonada Inédita del Membrillo, “Chingana de Guapo”, así como en rodeos y en diversos lugares del país. “Silvia la Trigueña y los Huasos Ladinos”, cultivan principalmente un estilo más bien tradicional de folclor chileno y cuentan en su amplísimo repertorio, una larga lista de valses peruanos, boleros y otros estilos musicales propios del heterogéneo cancionero tradicional porteño. La Sra. Silvia y don Carlos tienen dos hijos, el mayor avecindado hace más de veinte años en Noruega, y el menor, vive desde hace muy poco tiempo en Canadá. Ambos viven actualmente en Barón, cerro en el cuál han pasado la mayor parte de sus vidas.

Biografía de Mascareño

Gilberto Alfredo Espinoza Espinoza, más conocido como Mascareño, nació el 27 de Enero de 1924 mientras sus padres vivían en San Roque, frente a la quinta Ugarte. Tuvo 11 hijos, de los cuáles quedan actualmente 6 vivos. Era el menor de siete hermanos A los 16 años se trasladó al cerro Ramaditas donde vive actualmente. Con sus 82 años es uno de los integrantes de más edad y de más larga trayectoria de la agrupación, ya que tiene 64 años de experiencia musical. Su padre Francisco Alfredo Mascareño Mascareño era oriundo de Casablanca. Él trabajaba como zapatero y tocaba la guitarra “para los amigos”, o sea no de manera profesional. Su madre, Juana Espinoza, quien nació en 1877 y falleció a la edad de 105 años, era de Rancagua. Cuando Mascareño tenía quince años, le pidió a su padre, a quien siempre acompañaba cuando este tocaba, que le enseñara a tocar la guitarra…“él tenía una guitarra española de ésas antiguas y ahí me, me enseño lo mas difícil el dominante de Mi al tiro, así que claro una vez que ya aprendí re todos los días, desayuno, almuerzo, once y comida”..., refiriéndose a cuánto le gustaba tocar este instrumento. Así fue como rápidamente comenzó su extensa carrera de músico, aunque él no se autodefina como tal, si no como folclorista ya que…“músico es el que toca instrumentos de viento”…, clasificación que separa al músico popular de aquel que recibió estudios. La primera vez que debutó entonces como folclorista, fue en el año 1942, a los dieciocho años de edad,…“la primera vez que salí a cantar yo a una ramada fue al Salto(…)había una medialuna ahí, y ahí hicieron un rodeo y ahí fui yo, no me acuerdo quienes habían más, pero yo tenía(…)a los dieciocho años principié(…)porque a los quince años, me demoré tres años en que me enseñaran toda la cuestión de la guitarra(…)yo en esos años, yo cantaba de cerro a cerro”… Las cuecas de cerro a cerro eran una costumbre aquí en Valparaíso, ahí se demostraba quien tenía buen “pito” y lo característico de una ciudad en donde la música y los cantores abundaban,…“nosotros cantábamos de cerro a cerro(…)aquí en Ramaditas, cerca de Santa Elena, entonces una vez yo estaba cantando en el Cerro la Virgen y otro acá en Ramaditas, y en la noche, como recién estaban saliendo las radios no más, se sentía clarito, de cerro a cerro”…,de hecho Mascareño recuerda que él tenía mas de treinta años cuando se empezaron a usar micrófonos en la ramadas, lo que muestra la capacidad que tenían los cantores para hacerse oír en las ramadas o de un cerro a otro. Los lugares donde más recuerda haber salido a tocar, en especial para los dieciocho, fue la Quebrada Alvarado, al interior de Villa Alemana, en ramadas que ocupaban la mitad del cerro, abajo una medialuna y la cancha de fútbol. En Limache, también recuerda, había una señora que ponía ramadas y que era la que mejor pagaba. Le mandaba por correo un billete de 50 pesos en donde le decía la fecha y la hora en que se debía presentar. Para llegar a Limache gastaban entre tres y cuatro pesos, y cuenta que con cinco pesos tenía para los gastos del día en la casa. En tres días de canto ganaba 900 pesos, lo que grafica lo diferente, económicamente, que era trabajar como músico popular en las ramadas de ésos años. Aunque de todas formas el horario era extenso, ya que partían desde la hora de almuerzo o desde que abrieran las demás ramadas, hasta las dos o cuatro de la mañana, o hasta que la patrona dijera. Del cerro Ramaditas donde ha vivido gran parte de su vida, recuerda que había una infinidad de músicos, siendo este cerro en particular, junto al San Roque un crisol de músicos y cantores, entre ellos recuerda al “Nene” Ruiz que tocaba la batería, el Chico Noguera, el Chico Juan y el Chico Nolo, todos guitarristas, Enrique “Ñato” Riffo, Roberto “Loco” Marín quien trabajaba en la feria y que Mascareño también reconoce como un panderista talentosísimo a la vez que buen cantor, Armando “Estropajo” Lucero, …“que es de después”…, o sea que llegó posiblemente después al cerro, Arturo Donoso, quien tocaba y cantaba, y al “Ciego” Segundo, quién trabajaba estable en el “Nunca se supo” y quien tocaba hábilmente el piano y el acordeón. Una cueca hecha por Mascareño, tomando como base la tradicional “Yo soy dueño del Barón”, nos habla de este cerro.
Soy dueño de Ramaditas Porque soy un caballero Subo yo por santa Elena Y bajo por lo polleros. La calle principal Que yo trafico La calle Ramaditas Donde el Perico. Donde el Perico, si Callejón Fortune Donde toman los guapos El día lunes. Vamo`a hacer la mañana Donde Juan Salas.
Aquí describe a los polleros que se ubicaban casi al llegar al pasaje Santiago subiendo por Santa Elena, el “Perico” era un restaurant ubicado en la calle Ramaditas, el callejón Fortune era donde vivía en “Ñato” Riffo, Juan Salas era uno que vendía vino “pa` callao”. Mascareño, a quien por el apellido de su padre se le ha dicho de esta forma desde que era un niño, también trabajó siete años con el “Cuadrado”, apodo que tenía ése nombrado cantor y comerciante del mercado, llamado Manuel Rodriguez, haciendo un lote junto al “Chico” Juan (Rosas) y a Noguera, en el local “Coquimbo Atacama” ubicado en la calle Victoria, local que después administraría otro nombrado porteño, Juanito Orrego. El lote de músicos más cercano y con quienes Mascareño tocó más tiempo fue con el tío Elías, principalmente en San Roque, con el ciego Segundo, el “Tomate”, el “chico” Noguera, el “nene” Ruiz, entre los principales. Mascareño ha vivido toda su vida en Valparaíso, pero a los 23 años estuvo viviendo tres meses en Santiago con su amigo “Chico” Noguera. En esta oportunidad conocería a un pequeño niño de ocho años quien tocaba algo de guitarra y cuyo nombre era Raúl Lizama, el “Perico”, quien en ésos años vivía en la calle Bulnes, entre Rosas y San Pablo, lugar en donde también recuerda haber conocido a un panderista el que le decían “Clico”. De las veces que se juntaban santiaguinos y porteños, todos coinciden en que eran dos los lugares principales donde esto ocurría, el restaurant “Nunca se Supo” y el Sporting de Viña del Mar, cuando cada verano se corría el Derby. De una de ésas ocasiones Mascareño recuerda que llegaba el “Chico” Mesías, Mario Catalán , Humberto Campos entre otros,…"Una vez se armó una mocha…en el Sporting, al Ñato Riffo le hicieron pedazos la guitarra…y al finao loco, el que hacía los panderos, Grondona le llevaron diez panderos, se los robaron, y la de puñetes, déle combos, los sacaron na´a puntapiés, puro combo no mas, que total después se apaciguo la cuestión, vamos cantando otra vez"… Mascareño es un hombre “quitado de bulla”, reposado y observador, pero que conserva toda la potencia y melodiosidad de su voz, la cuál lo hizo conocido en Santiago y Valparaíso como un gran exponente del folclor porteño, en especial de la cueca en donde siempre se destacó.